A medida que envejecemos, nuestras necesidades nutricionales cambian. Uno de los nutrientes que cobra especial relevancia en esta etapa de la vida es la vitamina D. Sin embargo, también es uno de los más olvidados. Hoy quiero explicarte por qué la vitamina D para personas mayores no es solo importante, sino absolutamente esencial para mantener la salud y la autonomía.
¿Por qué es tan importante la vitamina D en la vejez?
La vitamina D es conocida como la “vitamina del sol” porque la producimos principalmente a través de la exposición solar. Pero con los años, la piel pierde eficiencia para sintetizarla. Y si a eso le sumamos que muchas personas mayores pasan menos tiempo al aire libre, el resultado es un déficit que pasa desapercibido… hasta que da la cara.
Esta vitamina es mucho más que un nutriente para los huesos. Actúa como una hormona con múltiples funciones en el cuerpo:
- Favorece la absorción de calcio y fósforo, fundamentales para mantener huesos fuertes y prevenir fracturas.
- Reduce el riesgo de caídas, ya que mejora la fuerza muscular y el equilibrio.
- Modula el sistema inmune, ayudando a prevenir infecciones respiratorias y otros procesos inflamatorios.
- Contribuye al bienestar emocional, regulando el estado de ánimo y reduciendo el riesgo de depresión.
- Protege la función cognitiva, con estudios que vinculan niveles óptimos de vitamina D con menor deterioro mental y riesgo de demencia.
¿Qué consecuencias tiene la deficiencia de vitamina D en mayores?
El déficit de vitamina D en personas mayores se asocia con:
- Osteoporosis y riesgo aumentado de fracturas
- Dolor óseo y muscular crónico
- Debilidad generalizada
- Caídas frecuentes
- Trastornos del ánimo
- Mayor riesgo de enfermedades infecciosas, cardiovasculares y neurodegenerativas
Y lo más preocupante es que esta deficiencia es muy frecuente, pero no siempre se diagnostica.
¿Cómo podemos garantizar buenos niveles?
Para garantizar niveles adecuados de vitamina D en personas mayores, la estrategia debe ser combinada:
Sol moderado: Exponerse unos 15-20 minutos al sol directo (sin protector solar) al menos tres veces por semana. Evitar las horas de mayor radiación.
Alimentos ricos en vitamina D: como pescados grasos (salmón, sardinas), yemas de huevo o setas expuestas al sol. Aun así, la dieta por sí sola suele ser insuficiente.
Suplementación: En muchos casos, será necesario suplementar. Lo ideal es conocer los niveles mediante una analítica de 25-OH-vitamina D y, en función del resultado, pautar la dosis adecuada.
En mi práctica recomiendo Vitamina D3 Complex de OFM Nutrition, que combina vitamina D3 vegana (4000UI), vitamina K2 y magnesio, tres ingredientes que trabajan de forma sinérgica para mejorar la absorción, la biodisponibilidad y la seguridad del suplemento. Es una opción especialmente adecuada para personas mayores que necesitan reforzar huesos, musculatura e inmunidad.
Conclusión
La vitamina D para personas mayores no es opcional: es una necesidad básica para conservar la vitalidad, la salud ósea, la función muscular, el equilibrio emocional y la calidad de vida. Es hora de dejar de infravalorar su papel y de integrar su control en el seguimiento rutinario de salud de cualquier persona mayor de 60 años.
Porque envejecer con salud no es cuestión de suerte, sino de estrategia. Y la vitamina D es una pieza clave de ese plan.
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